martes

Opinion

Nadir Skolem
La película de la semana

El tema Second Life, en específico, y el de los mundos virtuales, en general, parecen tener a cierto sector de la población internetesca en un constante estado de expectación, en esta arena, donde todos tienen algo que opinar al respecto, desde un “¿para qué?”, hasta muchos “¿cómo y cuándo?”, los argumentos van y vienen, mientras las conclusiones se toman su tiempo en suceder, la tecnología y los usuarios avanzan cada uno a su propio ritmo y se integran conforme las condiciones lo permiten, la situación madura y evoluciona, como tantas otras veces lo hemos visto en las carreras tecnológicas conocidas, sin embargo, la presión comercial y de los medios por encontrar conclusiones o predecir tendencias, empujan a muchos “expertos” en direcciones que fácilmente tienden a ser malinterpretadas o definitivamente pierden contexto.

Compatibilidad, sustentabilidad, usabilidad, portabilidad… los requerimientos de las nuevas aplicaciones son cada vez más estrictos y es sólo resultado de nuestras experiencias anteriores, como buenos hijos de la cultura del fast food, necesitamos todo y lo queremos ahora.

La madurez de internet en su versión tridimensional llegará, como ha sucedido con todo lo demás, no por las demandas o las necesidades ni los problemas que debamos resolver ahora, sino porque la experiencia nos demuestra una y otra vez que todo plazo se cumple y eventualmente todo pasa a ser historia. Esta película ya nos la sabemos, descubrimos la siguiente fase de una tecnología interesantemente instalada como internet y la revolucionamos hasta que no podemos nombrarla, reconocemos aún sus propiedades, pero desconocemos sus aplicaciones, nos maravillamos con su forma, aunque cuestionamos su efectividad, dudamos de su utilidad, sin embargo seguimos implementando su uso, en fin, el punto es que ya estamos ahí y, más allá de la aprobación de los poderes que aplican, los pasos están dados, la dirección encaminada y ahora no queda más que experimentar la trama mientras alcanzamos el desenlace de este capítulo.

El bueno, el loco y el feo: aquél que provee la tecnología, quien la prueba y el que la padece (o la hace padecer), todos estos papeles interpretados y sufridos por cada uno de nosotros en diferentes momentos de nuestra adopción, seguramente cada vez menos personas tienen los relojes de sus videograbadoras y hornos de microondas parpadeando en un eterno medio día (o media noche), pero para los que sí, estos temas seguirán siendo tabú o verdaderas cosas del demonio, mientras no se conviertan en algún tipo de bendición comprensible e innegable de la vida diaria, el tema central deja de ser la tecnología y la curva de aprendizaje, las aplicaciones y los retornos de inversión, para convertirse, una vez más, en una cuestión de percepción personal y consenso social; el final feliz está cada vez más cerca (uno de ellos al menos) y lo presenciaremos en cada una de las pantallas disponibles del mundo, aunque esta vez podemos elegir de qué lado del monitor queremos estar cuando suceda.