CARMEN GALÁN RODRÍGUEZ GANADORA DEL I PREMIO DE ENSAYO 'TOMÁS PÉREZ GONZÁLEZ'
Estudia lenguajes juveniles y los mundos utópicos creados desde el siglo XVI por Moro hasta hoy por la ciencia ficción
Su ensayo 'Mundos de palabras: utopías lingüísticas en la ficción literaria' ha ganado este premio que recuerda a Fernando Tomás Pérez, un enamorado de los libros que fuera director de la Editora Regional de Extremadura. La ganadora tuvo oportunidad de conocerlo en persona y de él dice que era un hombre «cabal y sensato».
-Debe ser difícil presentarse a un premio como éste que se entregaba por primera vez.
-Yo llevo tiempo trabajando sobre este tema en el que empecé a partir de la novela de Orwell '1984' y luego se fue abriendo el campo y encontré que había lenguas utópicas para fabricar sociedades utópicas, que es un tema fascinante. Y ese es el ensayo, que parte de la 'Utopía' de Tomás Moro hasta la moderna ciencia ficción.
-La utopía tiene ya una consideración peyorativa en el mundo actual, donde tantas se han reventado y han desaparecido.
-Y la historia también, porque como son sueños imposibles de realizar tienes que pensar en una marca negativa. Pero curiosamente hace siglos que se crean utopías lingüísticas y los utopistas tenían un empeño enorme en poder revisar el mundo con una lengua inventada, una lengua que sea perfecta.
-Ha estudiado algunos autores en concreto. ¿Por qué los eligió?
-Por el argumento, porque son novelas de ficción en las que aparece, a lo mejor no como tema central, la cuestión de cómo el lenguaje puede crear... Unos me llevaron a otros, y en el siglo XVII y XVIII, en los que estamos en una época racionalista, lo suyo es que se creara una lengua racionalista y perfecta y todas las que llegan inmediatamente después.
-Pero esos escritores tenían influencia en un espacio reducido. Entonces la alfabetización era escasa. ¿Hasta que punto alcanzaban a la sociedad real de la época?
-Al pueblo no creo que llegaran mucho, es la época en que se crean las grandes sociedades industriales y en esos ambientes y en el siglo XIX, hasta el que llegan las grandes utopías, se abre un movimiento de crear lenguas artificiales. En el siglo XX, en Internet hay una inmensa lista de lenguas con vomitorios utópicos.
-¿Están todos esos lenguajes utópicos hoy más en Internet que en la vida diaria? Yo recuerdo a Forges, por ejemplo, haciendo bromas sobre el lenguaje de esos ejecutivos y 'jasp' de antaño.
-Internet ha demostrado que es la utopía de los contribuyentes, un espacio inmenso, sin límites, en el cual puede crearse su parcela e inventarse un país imaginario, con una cultura imaginaria y una lengua imaginaria. Es el mejor medio que tenemos ahora para fabricar utopías.
-¿Se ha metido en 'Second Life' a modo de observadora o tiene allí algún tipo de papel estelar?
-No, todavía no, no tengo tiempo.
-¿Como compatibiliza este tipo de estudio con el lenguaje que utiliza cuando escribe cuentos? ¿No le da miedo ponerse a escribirlos?
-No, porque somos lenguaje y éste es tan rico, tan amplio, tan inabarcable que creo que desperdiciamos mucho de nuestro potencial si lo limitamos solamente a hacer una cosa. Todo es lenguaje, bien sea el de los móviles, el de los cuentos para niños, el de las utopías. Lo que me gusta de esta oferta nuestra, humana, es la posibilidad enorme que tenemos de crear constantemente.
-Hay un anuncio muy curioso en la radio que es el de 'el inglés con mil palabras del profesor Maurer'. Pero es que, con las experiencias que se han hecho, en nuestra vida cotidiana nos manejamos con un número similar de palabras en nuestra lengua materna.
-Claro. El 'basic english' son 800 palabras y no es que se pueda dar una conferencia especializada, pero te puedes manejar con ellas. En parte, todos los proyectos de lenguas artificiales tienen esa idea perfecta y muy reducida.
-Cuando los jóvenes se han limitado a comunicarse con emoticones o a través de onomatopeyas se ha considerado un empobrecimiento del lenguaje. ¿O lo ve de otra forma?
-No se pude ignorar lo que es un código particular y, en este caso, los jóvenes tienen medios tecnológicos para tener unos especiales. Rechazarlos no, porque es significativo, es lúdico, les permite formar grupos, redes. El problema es cuando eso sale de su término. Toda manifestación lingüística siempre es positiva.
Lenguaje joven
-¿Sigue estudiando el lenguaje de los correos telefónicos de los jóvenes?
-Sí, porque está constantemente creciendo. Desde que surgieron los chats hasta ahora, que hay miles y miles de sitios a los que acceder por invitación, eso ha cambiado radicalmente.
-Eso de tener 300 amigos en 'facebook', ¿requiere también de un lenguaje determinado?
-No, como entras por imitación sólo conversas con quien realmente quieres conversar. Pero es interesante que se establezcan esos vínculos fuera de los ámbitos diseñados para eso, como puede ser un pasillo o una cafetería. El problema es que los jóvenes se limitan sólo a esos ámbitos y sus contactos son únicamente virtuales.
-¿Qué tipo de utopías van a salir de ahí?
-Pues yo no sé si nos convertiremos en solitarios y cada uno será su propia utopía, porque al paso que vamos, en vez de ampliarse, las sociedades se van reduciendo. Es curioso estar en Internet, donde todo es posible, y parcelarlo tanto que conversas contigo mismo."
(Hoy.es)
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