Segunda vida
Leí la noticia de que una mujer había dejado a su novio porque le pilló en pleno polvo con una prostituta. Nada de particular ni razón para que este vulgar hecho salte a las páginas de los periódicos. Salvo por una esencial peculiaridad: los de la coyunda mercenaria eran en realidad -valga la contradicción- unos muñequitos que movían las pelvis virtuales enzarzadas en la postura antimisionera que los cubanos llaman mira quién viene, en la pantalla del ordenador. El ciberputero era el personaje que el novio se había creado en ese mundo virtual de creciente aforo que se llama Second Life, y la prostituta era la fantasía de otra persona. Lo que no se especificaba era si el comercio cibercarnal se saldó con dólares de mentirijillas -tal y como está el panorama mejor me guardo el pleonasmo- o con un cargo real en la tarjeta de crédito. También desconozco si la novia que se sintió engañada pilló al follador en red perpetrando una masacre, es decir, jugando a la vez a cinco contra el calvo para añadir un toque de realismo clásico y de placer menos etéreo a la coyunda de su muñequito.
Sea como fuere, el caso es que la novia se lo tomó como una infidelidad real y dio puerta al ciberputero. Debía de ser una de esas integristas desorientadas que consideran que tanto se peca contra el sexto mandamiento de pensamiento, obra u omisión -este último nunca lo he entendido bien. ¿Será no luchar con todas tus fuerzas para evitar que alguien con el poder de atracción de un electroimán se te tire?-. El rizo del rizo habría sido que ella también hubiera adoptado un rol en Second Life, por ejemplo, una sargento del ejército de salvación, y le hubiera montado el follón al infiel en la habitación de hotel de Second Life mientras la hetaira fumaba un cigarrillo sin nicotina y se lavaba con agua que no moja.Comienza a confundirse la realidad con la ficción y viceversa. Seguro que es muy divertido el juego de rol de vivir aventuras en Second Life o en el soporte que sea encarnando a un mafioso, un exorcista, un vampiro o la reina del gang bang. Pero creérselo y que tenga consecuencias en la vida real parece propio de carne de psiquiatría o de comienzo de novela negra. Bueno, y les dejo, que tengo partida de póquer en Wonder Life con Wild Bill Hickok, Sherlock Holmes, Ava Gardner y Catwoman. Si llego tarde habrá preparado los cócteles Ava y debo evitarlo. Mi personaje, Rick, hace mejor el dry martini, más seco.