La brisa se apropia en exclusiva de la banda sonora de este rincón, un antiguo poblado celta metido en el mar que provoca un legítimo subidón de emociones. Con solo sentarse en la mullida hierba, al borde, cualquiera podría pensar que está dentro de un documental de la BBC. Con unos prismáticos discretos (los ojos) y una pizca de imaginación —porque hoy los mitos geográficos están domesticados y el rastreo se encuentra en Second Life— es posible ver pasar por estas aguas sonenses a antiguos exploradores que perseguían nombrar y dibujar en mapas los lugares de una tierra incógnita. El castro está en la parroquia de Baroña, irrigado de mística, con una mezcla de hechicería y enigma, y nada de tibieza o frialdad.
Eduardo Pondal, escritor gallego, redactaba a finales del siglo XIX «hijos de los nobles celtas, fuertes y peregrinos, luchad por los destinos del linaje de Breogán». El mar como un plato, las horas cayendo en un cesto y esta ciudadela, domiciliada en la provincia de La Coruña, situada en una pequeña península rocosa separada de la tierra por un istmo de arena que enseña las primeras murallas defensivas. Antes del acceso, otro triple contrafuerte; y al otro lado, la defensa natural de un acantilado rocoso. Existe una doble división, el área inferior, colonizada antes; y el baluarte del espacio interior, con construcciones de mayor tamaño. Fue excavado por primera vez en 1993 por Sebastián González García, y las siguientes campañas arqueológicas son las de J. M. Luengo, Francisco Calo Lourido, Teresa Soeiro o Ánxel Concheiro. Se piensa que fue autosuficiente porque dentro no hay agua, se recogía en el exterior. La alimentación era a base de mariscos y pescados que posiblemente se extraían del océano. Hay restos de metalurgia, así como tejido.
Declarado Patrimonio Artístico Nacional, es parada obligada para el interesado en la cultura castreña. No basta una vez. La recomendación la da otro autor, en este caso orensano, Vicente Risco: «Tú dices: Galicia es muy pequeña. Yo te digo: Galicia es un mundo. Cada tierra es como si fuera el mundo entero. Podrás recorrerla en poco tiempo de norte a sur y de este a oeste; podrás volver a recorrerla, una y otra vez; no conseguirás andarla del todo. Y cada vez que la recorras encontrarás cosas nuevas. Puede ser ella pequeña en extensión, pero en hondura, en entidad, es tan grande como quieras». Más al sentirse imbuido por la magia de este lugar.
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Hace 17 horas