miércoles

ENTREVISTA JUAN VILLORO ESCRITOR Y CRONISTA

"Second Life está repitiendo hoy la historia de Don Quijote"
Invitado al Festival Internacional de Literatura reflexiona sobre los vaivenes de la crónica y la ficción en estos tiempos.
(fuente:Diario Clarin)




El supuestamente escritor más alto de México no lo es. Ya se encargará el mismo (y largo) Juan Villoro (1956) de desacreditarse poniendo por delante a un basquetbolista-autor de apellido Sandoval como eso: el escritor más alto de México. "Esto me ha librado de los chistes sobre literatura alta y demás", bromea de buen ánimo mientras la cámara busca su sonrisa diplomática, elocuente. Villoro está en Buenos Aires para participar en el Filba en una mesa sobre la experiencia de la crónica y una charla sobre el escritor chileno Roberto Bolaño.

Tom Wolfe dijo que el único futuro de la ficción estaba en la calle. Me pregunto si no estaría sobrevaluando la fuerza literaria de la crónica...

Para Borges el episodio fundamental fue descubrir la biblioteca de su padre. Hoy un Enrique Vila-Matas prosigue esa tradición cervantino-borgeana de hacer literatura a partir de otros libros. Wolfe sólo expresa su demanda hacia los novelistas a quienes acusa de haberles dado la espalda a los temas espectaculares de la vida norteamericana.

Usted salta de la ficción a la crónica, ¿hasta qué punto no se le vuelven personajes las personas?

Creo que la crónica tiene un contrato con lo que creemos que es la verdad. En cambio al construir un personaje toda la razón, todas las decisiones están dentro de ti. Dos veces me pasó de encarar una crónica y darme cuenta de que sólo podía terminar en la ficción. Pero entonces las condiciones son otras. Hay que inventar circunstancias, en fin. Y ésa es justo la mayor virtud de la ficción: que te da licencia para matar.

Abundan colecciones y premios de crónica. ¿Cree que la época pide especialmente este registro?

Hay una especie de interés espasmódico en la crónica que nunca se sostiene. Ningún gestor cultural, editor o político se atreve a negar la crónica porque es como negar su realidad. Pero la verdad es que no se leen mucho los libros de crónica salvo cuando rozan el escándalo. Son sólo aparatos de prestigio donde los cronistas ocupamos el rol de cascos azules de la ONU.

¿Hasta qué punto una crónica puede revelar más, por ejemplo en México, que un narcocorrido?

Los narcocorridos a veces hasta están pagados por los narcotraficantes y sus fechorías de sangre aparecen como hazañas de Robin Hood. Es un espejo indiferenciado. Lo peor que puede hacer una crónica es sumergirse de forma turística en una realidad que le es ajena: su desafío es acercarse lo más posible a eso.

¿Habrá que reinventar la crónica para narrar los mundos virtuales?

Con el lenguaje que tenemos basta y sobra para contar esas experiencias. Lo que tenemos que hacer es adecuar la imaginación. Las prótesis culturales definen ahora la vida de los personajes: si antes lo trabajabas pensando en lo que soñaba ahora revisarás qué es lo que chatea a escondidas de los demás. Finalmente si tú piensas en el Quijote como origen de la novela y la metanovela ahí ya está Second Life pues la historia es la misma. Alguien intoxicado por la virtualidad. Ese es el origen de la literatura: ayer y hoy.

Ahora que el caso de Milan Kundera está en línea, ¿Cómo recuerda que lo espiaban cuando vivió en Alemania Oriental?

Eso era otro Second Life, pues. Todos sabíamos que éramos espiados pero muchas cosas pasaban por la propia paranoia de las personas que vivían en la RDA. En mi caso surgió la fantasía de que mi Second Life, hubiera sido más interesante que mi realidad. Pero cuando finalmente leí mi expediente vi que mi vida secreta era igual de tediosa que la otra.

¿Se pueden pensar esos ficheros como usinas narrativas?

Por supuesto, los espías también escriben ficción. Muchos habrán fabulado vidas secretas para justificar su trabajo. Pero de pronto uno de los que me espiaron a mí resultó ser un escritor de la RDA que además reseñó muy elogiosamente mis novelas en alemán. Imaginate.

México está ahora celebrando los ochenta años de Carlos Fuentes. ¿Es una figura asfixiante para ustedes?

Es un prócer de la literatura, un referente cívico, pero no tenemos que librarnos de su figura como escritor. Lo que sucede es que, aunque me interesen escritores anteriores a él, es imposible escribir sobre el D.F. y no dialogar con su novela La región más transparente. El centro histórico de la ciudad de México es esa novela de Fuentes y el extrarradio somos todos los que venimos después.